Y además... ¿quiénes somos nosotros para juzgar quién merece y quién no? Retener es una estupidez. En el último viaje no nos llevaremos nada... que valga en el lugar a donde vamos.
Hola ñOCO Le bOLO. Gracias por venir. Buena pregunta, yo también la dejo en el aire. Estoy de acuerdo contigo en lo que dices. Además retener también es de egoístas. En el último viaje de nada sirven, cierto. Un abrazo fuerte!!!! Beso.
Grande Gibran, y es verdad lo que dice ñLB, ¿quiénes somos para juzgar? Pero quién planta los árboles, quién los riega, porque sus frutos responden a un esfuerzo y está bien dar cuando hay en abundancia, pero cuando los bienes escasean es inevitable elegir.
La utopía del gratis total y para todos termina con un árbol seco y sin frutos frente al que se alinean todos con la mano extendida. Hace falta un equilibrio.
Grande Gibran, y es verdad lo que dice ñLB, ¿quiénes somos para juzgar? Pero quién planta los árboles, quién los riega, porque sus frutos responden a un esfuerzo y está bien dar cuando hay en abundancia, pero cuando los bienes escasean es inevitable elegir.
La utopía del gratis total y para todos termina con un árbol seco y sin frutos frente al que se alinean todos con la mano extendida. Hace falta un equilibrio.
Interesante tu punto de vista, Tawaki. Yo pienso que Gibran hablaba de un mundo de igualdades, donde todos los componente permanecían invariables y lo único que cambiaba era el elegir en el dar, y con ello el retener y perecer. Pero sin duda tu sentido racional de las cosas no tiene argumentos en contra, te doy la razón yo también. Porque viendo una parte del proceso, has entendido la otra que se obviaba. Has venido a poner equilibrio a Gibran, y a mi :-) ¡¡Gracias!! Un beso.
He terminado de leerme la novela "Querido Miguel", de Natalia Ginzburg, y me ha encantado. Me siento feliz y afortunada de haber llegado hasta ella. Es un libro intimista, que al estar narrado de manera epistolar se convierte en más humano si cabe. Entrar en este libro es acariciar el alma de las personas que en él habitan. Es sumergirse en su mente, en su sentir. Es constatar en primera persona cómo respiran y cómo laten sus corazones. Me resulta increíble cómo la autora logra, de manera tan sublime, ahondar en el interior de los personajes y todo aquello que les rodea. La manera de mostrarnos ese mundo interior es tierna, amorosa, sincera, directa, sublime, transparente, clara, amable, atractiva, pero sobre todo muy cálida y hasta reconfortante. Existe una especie de catarsis en esta historia, donde las ausencias físicas se solapan a las emocionales, y donde hay cabida tanto para las letras infinitas como para los silencios más huecos. Me ha parecido una novela muy respet
Un año más, la fiesta de Los Indianos, vuelve a ser el plato fuerte del carnaval de la isla de La Palma. Y un año más me reafirmo en que no me gustan los carnavales, salvo Los Indianos en La Palma. Y es que aquello es otro mundo festivo, más alegre, menos chabacano, más distendido, y muuucho más bonito y divertido. Bajo mi punto de vista, claro. Cuestión de gustos... Es todo un reclamo para las miles de personas que viajan desde todos los puntos del archipiélago canario, en barco o avión. Todos pasean ataviados con la ropa de los Indianos, por las calles peatonales de la ciudad. Desde primera hora de la mañana del lunes de carnaval (este año el 12-02-0218) van calentando el ambiente con su alegría y bailando al son de la música cubana. Hasta las 13:30 , hora en que llega el personaje más emblemático de la fiesta de Los Indianos: la Negra Tomasa. Van a buscarla al muelle, justo dos calles más abajo. La Negra Tomasa es un personaje muy entrañable y simbol
Resuena en mi cabeza, como un eco, el estribillo de la canción del gran Pancho Céspedes "Qué hago contigo, amor, qué hago contigo....". Y entonces me descubro con el libro ya leído, terminado y disfrutado. Qué hago yo ahora, qué digo yo ahora contigo lectura especial que me has acariciado el alma. Y lo has hecho sin prisas, sin miedo, casi sin percibirlo, me llevaste hasta esta "vida en miniatura" para hacerla mía. Porque no hace falta tener similitudes con el personaje para sentarse uno frente al otro, en un tête à tête y escuchar, como yo he hecho con Dorothea, su protagonista. Un largo té de sobremesa, distendido, donde el libro me ha mirado a los ojos y yo le he mantenido la mirada, escuchando atentamente todo lo que en él acontecía. Aún con la taza humeante en la mano, te miro a los ojos y te sonrío ligeramente dejando el protagonismo a lo que mi mirada te dice, te expresa pero sobre todo te agradece. Me has gustado muchísimo. Qué hago contigo si no has de
Y además... ¿quiénes somos nosotros para juzgar quién merece y quién no?
Retener es una estupidez. En el último viaje no nos llevaremos nada... que valga en el lugar a donde vamos.
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Hola ñOCO Le bOLO.
EliminarGracias por venir.
Buena pregunta, yo también la dejo en el aire.
Estoy de acuerdo contigo en lo que dices. Además retener también es de egoístas.
En el último viaje de nada sirven, cierto.
Un abrazo fuerte!!!! Beso.
Grande Gibran, y es verdad lo que dice ñLB, ¿quiénes somos para juzgar? Pero quién planta los árboles, quién los riega, porque sus frutos responden a un esfuerzo y está bien dar cuando hay en abundancia, pero cuando los bienes escasean es inevitable elegir.
ResponderEliminarLa utopía del gratis total y para todos termina con un árbol seco y sin frutos frente al que se alinean todos con la mano extendida. Hace falta un equilibrio.
Grande Gibran, y es verdad lo que dice ñLB, ¿quiénes somos para juzgar? Pero quién planta los árboles, quién los riega, porque sus frutos responden a un esfuerzo y está bien dar cuando hay en abundancia, pero cuando los bienes escasean es inevitable elegir.
ResponderEliminarLa utopía del gratis total y para todos termina con un árbol seco y sin frutos frente al que se alinean todos con la mano extendida. Hace falta un equilibrio.
Interesante tu punto de vista, Tawaki.
EliminarYo pienso que Gibran hablaba de un mundo de igualdades, donde todos los componente permanecían invariables y lo único que cambiaba era el elegir en el dar, y con ello el retener y perecer.
Pero sin duda tu sentido racional de las cosas no tiene argumentos en contra, te doy la razón yo también.
Porque viendo una parte del proceso, has entendido la otra que se obviaba.
Has venido a poner equilibrio a Gibran, y a mi :-)
¡¡Gracias!!
Un beso.