Cuando eché la vista atrás....
¿Quién te lo iba a decir? Cuando creías tener tu mundo perfecto y organizado, tal y como lo habías soñado, llega él y lo desmonta por completo. A sorbitos te diste cuenta del valor de la espontaneidad y autenticidad. Volviste a creer en la risa y te abriste a nuevas posibilidades. No se vino abajo tu mundo pero todas las piezas del mismo se dislocaron y encajaron de otra manera totalmente distinta. El cambio no fue a peor, al contrario, entendiste en cada pieza que todo mejoraba. Mereció la pena tanto sufrimiento, porque compartiéndolo el defecto se convirtió en virtud. Nacieron esperanzas nuevas que se encontraban en un largo letargo. Y cuando menos lo esperabas caminaste solo pero bajo su atenta mirada. Nació una verdadera amistad, sin condiciones ni pretensiones. Afortunado fuiste por tener ese pasado y esa vida hecha. Por haber encontrado a alguien que te la echara abajo para mejorarla. Y afortunado eres por disfrutarlo y vivirlo con intensidad.