Decidió avanzar sin dudar, convencida más del éxito que del fracaso. Su mente memorizó lo que su alma atesoraba, cada una de las piezas de un gigante puzzle. Ella era una pieza más, solo que esta vez encajaba a la perfección con todo lo demás. Etiquetó cada sentimiento, enumeró las sensaciones, revivió las emociones. De repente rió, amó, jugó, abrazó, sonrió, compartió, animó, confió, besó, acarició, acompañó, alentó........vivió. Y a modo de juego, guardó cada instante en un baúl. Proyectó el recuerdo en aquella imagen y enumeró una vez más cada pieza hasta que los números desaparecieron entre sus dedos y el infinito entre sus sueños. No hay lugar hasta el que llegar. No hay distancia que abarcar. Es superior a todo lo demás.