En ocasiones bastan pocos segundos para darte cuenta de lo especial de un lugar. Lo mismo pasa con las personas. Muchas podrían estar hablando un día entero sin parar, y llegada la noche te preguntarías ¿Qué me ha dicho? ¿Qué me ha aportado? Nada. Y otras en cambio con una mirada, un silencio, o una simple charla, corta o larga, ya detectas lo especial y afín que puede llegar a ser a ti. Los sentidos conforman una privilegiada ventana e hilo conductor desde la que admirar a esos personajes y escenarios. Cuando descubro un nuevo lugar me gusta hacerlo con ojos de niña, porque así no sólo todo lo que veo es nuevo sino que aunque lo repita a mi me lo parece. Lo mejor de todo es que admiro cualquier acontecimiento como una nueva oportunidad, de tal manera que no dejo escapar lo evidente sin detenerme en lo menos evidente. En cada viaje, y en cada recuerdo de los mismos, trazas caleidoscopios de colores a tu vida y añades oportunidades, sueños, ilusiones, realidades. Como los hilos de las b