Caleidoscopio concéntrico.
Inmensa la manera en que Yuja Wang se entrega al piano, y el piano a ella. Tras una técnica impecable las notas vibran en sus dedos. Su forma de tocar es pulcra, sentida, suave, tierna, intensa. Y su expresividad, sublime. Admirable la delicadeza y sentimiento que derrocha al interpretar a Scriabin. Por eso, y por muchas otras cosas, no deja de sorprenderme que este vídeo se haya visto popularizado por críticas sobre el corto vestido de Yuja Wang y si se le veía, o no, el liguero. Un claro ejemplo de que cuando algunos ven negrura en lo que miran, la real negrura está en sus ojos y no en los demás. Tuve que darle al play una segunda vez para fijarme en el vestido, del que no tengo nada que decir. Mientras mi oído disfrutaba la obra, mi vista se ha ido nuevamente a sus manos, a la expresividad de sus movimientos y al piano. Como si los tres fueran un solo elemento donde una parte no sería nada sin las otras dos. Me pregunto si esas mismas personas de negrura intensa, no se habrán percat...