Matrioskas.
Me ha gustado bastante. Es una novela muy visceral, de esas lecturas que remueven los recovecos más ocultos y no se quedan en la superficie. Es claramente una lectura reivindicativa y, al mismo tiempo, de reconocimiento a la figura de la mujer en las guerras.
Es atroz lo que las mujeres vivieron en los campos de concentración, en este sentido la autora transmite muchísimo, tanto, como para que el lector lo sienta en carne propia. De esas múltiples violaciones, vejaciones, miseria, bajar al inframundo, dejar de ser tú misma para intentar no sentir, etc, se sucedieron muchos embarazos. Esas madres, las pocas que lograron físicamente sobrevivir (porque psicológicamente ya es otra historia) no querían saber nada del fruto de sus vientres, pues sólo les recordaban el horror vivido.
Paralelamente el libro nos cuenta la historia de una chica (Sara), que recién descubre con dieciocho años que es adoptada y no se lo toma nada bien. Vive una situación compleja en casa, sus padres adoptivos se lo han ocultado y justo ahora están en pleno divorcio traumático. Por ponerle una pega al libro, mi percepción ha sido que en esta parte de la historia (la que tiene que ver con la hija abandonada en aquellas terribles circunstancias), la lectura pierde fuelle porque los personajes son unos histriónicos y porque sentí falta de seriedad a la hora de abordar el tema.
Especial mención a Hanna, y su manera de narrarnos lo que le sucedió, lo que ella siente y cómo es su vida. Consigue que el lector empatice con ella, al tiempo que nos muestra su mundo interior con esas aristas pronunciadas, como los cristales rotos de un espejo, o como esas matrioskas rusas que se ponen una coraza exterior -a imagen y semejanza- para ocultar la vulnerabilidad y descomposición de su vida interior.
Marta Carnicero Hernanz (Barcelona. 1974) es Ingeniera Industrial y tiene un Máster en Creación Literaria. Es profesora de Tecnología y también colabora en diferentes Medios de Comunicación.
Sinopsis: Hanna vive un doble exilio: uno estrictamente geográfico, lejos de la tierra que la vio nacer y que debió abandonar, y otro íntimo, que la mantiene apartada del mundo que la rodea por miedo a que la lastimen. A dos mil kilómetros de distancia, en un entorno privilegiado, Sara, que acaba de cumplir dieciocho años, está ansiosa por ser libre. Enfrentadas a una realidad incómoda, fruto de decisiones del pasado que aún reverberan en el presente, ambas harán descubrimientos tan amargos como sorprendentes mientras acortan la distancia que las separa. Matrioskas, denuncia con extraordinario dureza y precisión narrativa, cómo se sigue dando por sentado que, en las guerras, como si se tratara de un hecho inherente a ellas, se viola y ejecuta a las mujeres.
El título no me es desconocido pero es una novela que no he leído e imagino que es la primera de su autora, que ha tenido el valor de tratar una temática difícil y quizás por ella le han quedado "flecos" por rehacer. Durísimo navegar por las historias que rondan los campos de concentración; por uno de ellos ando ahora, con la princesa Mafalda de Saboya, que murió en el de Buchenwald, en la zona para "presos privilegiados"; privilegiados porque, al contrario que al resto, no los mataban a trabajar o a palos.
ResponderEliminarY, cierto, en las guerras a las mujeres no se las priva de ningún horror, uniéndose a todas las penalidades, la de ser objeto de violaciones que, en caso de embarazo, las dejan, además, con un mal moral terrible.
Un libro duro, entiendo. Tomo nota de él.
Besos y abrazos, Contadora.
Hola, Una mirada.
EliminarProbablemente le falte experiencia a la autora, esa sensación es real y tal vez justificaría esos puntos "menos buenos" que yo percibí en la novela.
El tema es muy duro, efectivamente a las mujeres no se les privaba de ningún horror, pero se le añadía una penalidad más; el ser brutalmente violadas repetidamente, algunas hasta la muerte aunque otras (las que menos) sobrevivían físicamente. Espeluznante.
Tiene buena pinta el libro que estás leyendo, tomo nota quizás para más adelante.
Muchas gracias.
Besos y abrazos voladores.
¡Me interesa!
ResponderEliminarSiempre, y no es coincidencia porque creo que ya te he comentado a veces mi interés por algunos acontecimientos históricos, he pensado en el difícil papel de la mujer en la Segunda Guerra Mundial: la que esperaba al marido en el frente, la que se volvía ciega ante los horrores que cometía un marido ejecutor, la que estaba condenada, la madre,... Pero me llamó siempre también el papel de la mujer en la Guerra de los Balcanes, donde lamentablemente sucedió lo que acabas de relatar. Allí, además del drama de las mujeres, sigue presente el drama de los hijos frutos de violaciones que, incluso hoy siguen estando expulsados de la sociedad, debido a sus orígenes y al rechazo al que han sido sometidos por una sociedad que aún no olvida los horrores de una comunidad que se mostró extremadamente cruel en la Guerra.
Los documentales y reportajes que recogen estos testimonios son espeluznantes.
Muchas gracias, Nélida, por este libro.
Un besote grande
Hola, Macarena.
EliminarSé de tu predilección por novelas históricas y humanas.
Es muy duro lo que le sucedió a tantas mujeres en los campos de concentración, un horror que es difícil de digerir incluso cuando lo están contando en una novela.
En parte por ese rechazo de la sociedad, en parte por la vergüenza propia o -como digo- la putrefacción interior que sienten, llevó a muchas mujeres a irse lejos de su tierra, allá donde no las señalaran ni les recordaran (más aún) el horror vivido.
Gracias por tu comentario, Macarena. Estamos de acuerdo en lo espeluznante del tema.
Un beso gigante.
Vi en Página 2, un programa cultural de RTVE Play, la entrevista que le hacían a Marta Carnicero hablando del trauma de la violencia bélica en su "Matrioskas". Estremecedor, sin duda. Daba la sensación que no sé si tu que la has leído lo confrimas, como que en la novela se recogían dos formas de abordar lo sucedido, una, desde la prespectiva de Hanna que se revela contra el silencio impuesto desde fuera que le exige olvide lo sucedido y pase página y ella se revela contra lo que le ha hecho colocarse caparazón tras caparazón de " matrioska" que oculten su sufrimiento y la otra la de Sara: una niña de 18 años que se revela contra sus padres que la consideran difícil sin valorar sus buenas notas y que acate las normas que le imponen sus padres que consieran su buena marcha es éxito suyo, no sé si este perfil de revelde es donde comentas la novela se hace menos creíble, los tópicos cuando son excesivamente evidentes chirrían es verdad. Me la apunto NÉLIDA, ya en su día cuando vi el programa me llamó la atención, la mujer y los niños siempre son las víctimas silenciosas de todos los confictos armados y de los no armados diría yo ; )
ResponderEliminarMuchas gracias, me gusta mucho leer tus impresiones, creo que me fío mucho de tu criterio porque tengo la sensación que sentimos parecido, en letras al menos.
Un beso grande NÉLIDA!
Hola, María.
EliminarNo he visto el programa que comentas. Pero en base a tus preguntas, voy a responderte según mi impresión como lectora: Mi sensación fue la de encontrar a una Hanna muerta por dentro, que en su momento decidió irse lejos a vivir, tal vez por vergüenza, por ser señalada, por impotencia, por dolor, etc. Pero es una Hanna reacia a volver a abrir esa herida, no quiere contar mucho porque le provocaría demasiado dolor, aunque finalmente se abre y lo cuenta todo desde una perspectiva muy humana y sin afán de protagonismo. A esa altura de su vida, sólo quiere sobrevivir con el menor dolor posible de ese pasado tan atroz, sacando fuerzas de donde no las hay para no desenterrar todo lo vivido.
Al mismo tiempo me encontré con una Sara bastante infantil, que es un puro quejido y (bajo mi percepción) sin justificación. Los diálogos de ella con sus padres adoptivos (y viceversa, los de ellos con su hija adoptiva) son los que me parecieron histriónicos y endebles, por eso sentí que perdía fuelle pues no creo que sea un tema para tratar con la falta de seriedad que yo percibí.
El compañero Una mirada lo ha dicho muy bien; a la mujer no se le privó de ningún horror propio de la guerra, pero se le añadió el espanto de ser violada a todas horas, de sufrir vejaciones, de no soportar tanto horror y encima quedarse embarazadas sin saber cuál de aquellos centenares de monstruos sería el padre.
Gracias a ti, querida María, por tus aportaciones y por la deferencia de guiarte según mi criterio. Es un honor saber eso.
Otro beso grande para ti.
ay! dejé un comentario ayer y ha desaparecido... igual Blogger lo ha llevado a spam, a veces me ha ocurrido en mi blog.
ResponderEliminarNada, te decía que últimamente evito este tema en mis lecturas, después de leer hace algún tiempo (recomendado en el club de lectura al que asistía) "AUSCHWITZ Y DESPUES III: LA MEDIDA DE NUESTROS DIAS" de Charlotte Delbo. Reconociendo que es una magnífica lectura y un magnífico testimonio, me dejó una huella tan triste y tan amarga...
Amiga Nélida, vuela un fuerte abrazo
¡Hola, Bisílaba!
EliminarPues no me había dado cuenta, ahora he ido a comprobarlo y resulta que tu comentario estaba allí en la bandeja de notificaciones (y no en spam), qué extraño no entiendo lo que pudo haber sucedido.
Gracias por insistir, de no haber vuelto a dejarme un comentario aquí, no hubiera sabido que pasaste a visitarme.
Es un tema duro y muy difícil de digerir. Esta novela es corta, y la verdad en el fondo pienso que no es tan dura como otras que tratan el mismo tema. Aún así es dura, sobre todo para lectores con mucha sensibilidad, como es mi caso.
Entiendo ese halo de tristeza y amargura que cuentas....
Amiga Bisílaba, gracias por venir y comentar.
Un abrazote!