Siempre lo fue.

"La Asociación de Los pueblos más bonitos de España nace de la convicción y necesidad de poner en conocimiento de todo el mundo los maravillosos pueblos que salpican la geografía española. Lugares de gran belleza que destilan historia y cultura a la par, villas donde la tradición envuelve al viajero, que al mezclarse con los lugareños, pasa a formar parte de este marco único aunque sea solo por unos instantes.

Villas que destacan por su calidad, excelencia y como no, por su belleza.

Es nuestro objetivo la promoción de zonas preferentemente rurales y de pequeños municipios...

...esta Asociación no tiene ni busca ningún interés político, pero si intentará implicar a las diferentes administraciones para que apoyen, cuiden y respeten nuestro patrimonio, así como la promoción de eventos culturales asociados a nuestros pueblos".

En esa lista han incluido a Tejeda, un pueblo de Gran Canaria. Y reconozco que sentí orgullo al conocer este dato.

Hay muchos rincones bonitos en la isla, pero Tejeda es un enclave especial. Y sus pueblos colindantes también  lo son. Desde cualquier ángulo puedes ver el Roque Nublo (punto más alto de la isla).

Al lado de este se cuentra el Roque Bentaiga. Más allá El Fraile, etc. 

Todos ellos monumentos naturales en zonas totalmente abruptas.

Visitar Tejeda es estar en las entrañas de la isla, en plena naturaleza donde tu vista se pierde entre montañas, valles, calderas, presas, pinares.....

Para la gente de la costa y de la capital, llegar hasta allí supone aproximadamente una hora por carreteras de medianía (las marchas del coche suelen ser segunda y tercera como mucho, se trata de carreteras secundarias, estrechas, con muchas curvas y gran altura- precipicios-). 

Pero es un lujo y merece la pena acercarse por disfrutar también de las vistas que vas encontrando por el camino, sobre todo ahora en otoño que todo está tan verde.

Hoy decidí que hacía mucho que no visitaba esos lugares y que el día invitaba a ello. 

Salí de casa con 24 grados, a medida que avanzábamos en el trayecto, la temperatura iba descendiendo hasta que en destino llegamos con 15,5 grados. 

Disfruté mucho de este reencuentro. Después de caminar por sus calles, de recrearme en las vistas desde un mirador y visitar los lugares más emblemáticos, nos sentamos en una terraza al sol. 

¡Y cuánta tranquilidad reinaba!

Deshacer el camino de vuelta es igual de placentero. Las rocas que bordean la carretera estaban llenas de musgos y por algunas se veía correr el agua, filtrada de las primeras lluvias de este otoño. A ambos lados de la carretera veías muchos pinares verdes y gran cantidad de pinocha marrón al pie de los árboles. 

Y ese es el camino de descenso, a un lado montañas y al otro barrancos y precipicios.
En esas estaba cuando me vino a la mente el pensamiento de que había disfrutado de un día precioso en un pueblo que conozco de toda la vida pero que ahora tiene el título de "más bonitos de España". Siempre lo fue.

Y aunque creo que es una merecida elección, puedo entender que alguno diga que en esta lista no están todos los que son. Pero creo que nadie puede cuestionar que todos los que están, lo son.

(Fotos propias, tomadas hoy con el móvil).