Una lección inesperada
Leire Quintana tenía un excelente trabajo en una consultora internacional, casa propia y una vida aparentemente feliz, pero no se sentía plena.
Con 30 años pasó unos días en la hospedería de un monasterio y dijo que se había sentido alegre por primera vez en mucho tiempo. Pensó quedarse, pero creyó que sería una locura.
Años más tarde, cuando estaba de viaje de negocios en Miami le asaltaron dudas y desde allí escribió a la abadesa.
A los 37 años ingresó en un monasterio del norte de España (que no desvela en este libro para respetar la privacidad de las monjas).
Cuando entró en el monasterio no sabía si iba a ser para siempre. Tras cinco años vio claro que tenía que salir, pero cuenta que lo hace con la mirada cambiada, más templada.
Cuando ingresa en el convento, la madre abadesa le da un diario para que allí anote lo que siente.
Y este libro, es justo retales de ese diario. Tú, literalmente, lees las cosas que escribía: Sin dobleces, sin anestesia y sin censuras en lo crítica que era ante ciertas cosas, siempre desde el respeto. Le acompaña siempre un sentido del humor exquisito que te arranca más de una sonrisa a lo largo del libro.
Bajo mi punto de vista no es un libro para religiosos, ni ateos, sino para cualquier público. Tampoco es un libro de autoayuda, ni de lejos. Es un libro testimonial.
Me resultaron auténticas lecciones de vida. Pero no solo de la vida dentro de los muros de un monasterio, sino también fuera de ellos.
Desmitifica la idea preconcebida que muchos pudiéramos tener de la vida monástica. O de que son personas perfectas y sin problemas. O que son rígidas y tristes y sus vidas muy aburridas.
Te asombra darte cuenta de que sus reacciones, sus pensamientos, sus ilusiones y sus crisis, son las mismas que las tuyas y las de cualquier persona. Y que hacen muuuuchas más cosas que rezar.
Mención especial para los entrañables relatos del día primero de cada mes, cuando Rosalía (su nombre de monja) tiene su reunión mensual con la madre abadesa. Mantienen una charla de tú a tú, donde se habla de lo que piensas y cómo esos pensamientos se enfrentan a lo que sientes.
Rosalía te habla (escribe) con una sencillez que se agradece, una sinceridad mayúscula. Te cuenta entre otras muchas cosas, que la obediencia fue lo que más le costó asumir, reconoce que hasta que no dejó de juzgarlo todo no fue realmente libre, y que abandonar los prejuicios era el único camino.
Me llevo, como lectora, muchas enseñanzas de este entrañable libro.
La importancia de silencio y el reposo interior para reencontrarse con uno mismo.
Mirar con benevolencia a los demás.
¡No complicarnos la vida con mil tonterías!
Gastamos demasiada energía en protestar y en juzgar.
El ruido del mundo es tan fuerte que a veces nos confunde.
Solemos poner nuestras costumbres y manías por delante.
En cuanto sales de tu entorno confortable, todo es raro y da pereza.
Ella dice que ahora tiene una mayor capacidad para disfrutar simplemente sin hacer nada y que ha hecho el mejor máster de la vida.
Gracias por escribir este libro porque he sentido algo parecido al leerlo.
Con 30 años pasó unos días en la hospedería de un monasterio y dijo que se había sentido alegre por primera vez en mucho tiempo. Pensó quedarse, pero creyó que sería una locura.
Años más tarde, cuando estaba de viaje de negocios en Miami le asaltaron dudas y desde allí escribió a la abadesa.
A los 37 años ingresó en un monasterio del norte de España (que no desvela en este libro para respetar la privacidad de las monjas).
Cuando entró en el monasterio no sabía si iba a ser para siempre. Tras cinco años vio claro que tenía que salir, pero cuenta que lo hace con la mirada cambiada, más templada.
Cuando ingresa en el convento, la madre abadesa le da un diario para que allí anote lo que siente.
Y este libro, es justo retales de ese diario. Tú, literalmente, lees las cosas que escribía: Sin dobleces, sin anestesia y sin censuras en lo crítica que era ante ciertas cosas, siempre desde el respeto. Le acompaña siempre un sentido del humor exquisito que te arranca más de una sonrisa a lo largo del libro.
Bajo mi punto de vista no es un libro para religiosos, ni ateos, sino para cualquier público. Tampoco es un libro de autoayuda, ni de lejos. Es un libro testimonial.
Me resultaron auténticas lecciones de vida. Pero no solo de la vida dentro de los muros de un monasterio, sino también fuera de ellos.
Desmitifica la idea preconcebida que muchos pudiéramos tener de la vida monástica. O de que son personas perfectas y sin problemas. O que son rígidas y tristes y sus vidas muy aburridas.
Te asombra darte cuenta de que sus reacciones, sus pensamientos, sus ilusiones y sus crisis, son las mismas que las tuyas y las de cualquier persona. Y que hacen muuuuchas más cosas que rezar.
Mención especial para los entrañables relatos del día primero de cada mes, cuando Rosalía (su nombre de monja) tiene su reunión mensual con la madre abadesa. Mantienen una charla de tú a tú, donde se habla de lo que piensas y cómo esos pensamientos se enfrentan a lo que sientes.
Rosalía te habla (escribe) con una sencillez que se agradece, una sinceridad mayúscula. Te cuenta entre otras muchas cosas, que la obediencia fue lo que más le costó asumir, reconoce que hasta que no dejó de juzgarlo todo no fue realmente libre, y que abandonar los prejuicios era el único camino.
Me llevo, como lectora, muchas enseñanzas de este entrañable libro.
La importancia de silencio y el reposo interior para reencontrarse con uno mismo.
Mirar con benevolencia a los demás.
¡No complicarnos la vida con mil tonterías!
Gastamos demasiada energía en protestar y en juzgar.
El ruido del mundo es tan fuerte que a veces nos confunde.
Solemos poner nuestras costumbres y manías por delante.
En cuanto sales de tu entorno confortable, todo es raro y da pereza.
Ella dice que ahora tiene una mayor capacidad para disfrutar simplemente sin hacer nada y que ha hecho el mejor máster de la vida.
Gracias por escribir este libro porque he sentido algo parecido al leerlo.
Si te ha gusta, seguro que es interesante.
Tal vez todos debiéramos escribir nuestro libro, aunque no vea la luz. Sería una puesta a punto con uno mismo.
Un beso
· LMA · & · CR ·
Hola Ñoco.
EliminarSí, fue interesante leerla.
Me gusta que la vida me sorprenda y aprender siempre de cada cosa. Esta ha sido una lección inesperada para mi.
Eso que dices de escribir cada uno nuestro libro, aunque no vea la luz,me parece fantástico.
Ya día a día la escribimos,pero lo bueno e interesante sería plasmarla en papel. Ese negro sobre blanco sería una interesante catarsis.
Gracias por venir y, como siempre, por sugerirme tantas cosas.
Un besote.
Me lo apunto, porque me parece muy interesante, y eso que he comprado libros hace poco.
ResponderEliminarVivimos en un mundo de "expertos" que juzgan sin conocer, y tener acceso a ese tipo de vida me llama la atencion. Nos quieren convencer de que el exito y el dinero son el unico camino, pero siendo necesarios ambos, la felicidad esta en otra parte.
Hace ya algunos agnos pase un par de dias en un monasterio, y aunque podia entrar y salir a mi antojo, esa no era la idea del retiro, y nunca olvidare la sensacion al cerrarse las puertas, como tampoco ovidare la visita por sus claustros una vez que los turistas habian desaparecido.
Hola Tawaki.
EliminarMuy certeras tus palabras. La gente tiende a juzgar sin conocimiento de causa.
También opino que a veces hay que dejar de escuchar tanto ese ruido exterior para conocerse mejor a uno mismo.
Gracias por compartir tu experiencia. Aunque nunca lo he experimentado lo de alojarme en un monasterio, me hago una idea de lo que debe sentirse al quedarse dentro y escuchar cómo se cierran las puertas al irse los turistas (intrusos).
Un beso.
Qué bonito que un libro, una experiencia de vida toque así al ser. Me gusta mucho lo que contás y resulta muy interesante. Veré si lo encuentro por estos lados. Como alumna de una escuela de monjas, tuve la oportunidad el último año de mi curso, de pasar una semana de retiro en un casa de las hermanas, emplazada en medio de un paisaje soñado; y sabés qué? es el mejor recuerdo que tengo de mi paso por ese colegio; y durante mucho tiempo me arrepentí no haber participado los años anteriores. Gracias por compartir esta historia.
ResponderEliminarAbrazote
Son lecturas enriquecedoras. Y la experiencia que esta mujer vivió debió serlo a la máxima potencia. No en vano ella lo traduce como el mejor máster de la vida.
EliminarTu experiencia como alumna dice mucho acerca de lo que cuento en este post. Dices que te arrepientes de no haberlo hecho otros años pero lo importante es que pudiste disfrutarlo una vez y te marcó de manera positiva!!
Seguro que no lo olvidarás nunca.
Gracias por compartirlo.
Un besote.