P.A.S.

      
      Lucía acaba de tomar el tren. Apenas hay pasajeros y puede elegir asiento, lo hace junto al cristal.
      Le relaja ese momento de soledad. Le reconforta.

     Hoy ha sido un día de locos en la oficina. Debía terminar un informe muy importante y su espíritu perfeccionista le hizo- como de costumbre- borrar, poner, quitar, tachar, corregir, volver a poner, expresar de otra manera….  Es muy consciente de cada detalle y muy minuciosa, lo que hace que le lleve más tiempo tomar una decisión.
     La tarde se complicó cuando en medio de una reunión con su equipo de trabajo, el proyector donde tenía previsto exponer no funcionaba, tampoco la fotocopiadora pudo hacerle copias de su informe.  Y es que cuando algo sale mal y no está en sus manos la solución, se frustra, es algo que la decepciona y se enfada consigo misma.
    También es algo de lo que es consciente y no cesa en su empeño de cambiarlo.

     Ahora observa ensimismada el paisaje, se deleita con cada detalle, aunque le cuesta desconectar del día.  Recuerda el desastre de reunión que tuvo y se siente vulnerable ante lo que pueda pensar su equipo.
    Sabe que necesita mirar con perspectiva y el traqueteo del tren le ayuda a evadirse de esos pensamientos.
    Su mirada va y viene. Lucía siempre ha sido muy observadora.
    Hay una chica que viaja sola y se ha sentado dos asientos delante de ella, la tiene justo enfrente.
    Viste con ropa algo anticuada y estropeada. Se le nota retraída, cabizbaja, rehúye mirar hacia alguna parte.  Está triste y Lucía lo nota.  Aunque no la conoce de nada, le gustaría hacer algo  para conseguir que esa chica se sintiera más cómoda. La mira muy de soslayo,  tampoco quiere incomodarla. 
    De pronto le suena el móvil y la chica contesta. Lucía logra entender entre balbuceos que lleva meses en el paro y que ahora su madre está con pruebas médicas en el hospital. Lo siguiente son monosílabos, se nota que no quiere ahondar en ese tema, que sabe más de lo que quiere contarle a su interlocutor.
    Tampoco quiere dar muchas explicaciones cuando resume que su padre se ha ido y que no quiere saber nada de ellos. Se ha desentendido.
Por momentos Lucía siente como si le pellizcaran el corazón, como si el dolor de esa chica fuera suyo propio.  Respira hondo, se contiene la emoción mientras siente un hormigueo ahogado en su garganta.
La chica ha colgado, guarda el móvil y ahora se mira las manos y las aprieta , pensativa, con rabia contenida. Su cabeza está en otra parte.
Lucía no necesita mirar más para darse cuenta de muchas cosas. Su gran intuición siempre le lleva al fondo de cada cosa, viviéndolas con más intensidad que el resto.

Ahora mira el periódico que compró esta mañana, y que aún no había podido leer. Hojea por encima los titulares y se para en uno donde aplauden la buena acción de un grupo de voluntarios que desde una isla prestan ayuda a unos inmigrantes que llegan en patera. A Lucía se le nubla la vista, siente pena por esas personas pero es mayor su emoción al saber que hay gente así de desinteresada y que prestan su ayuda a quien lo necesita.  Se le escapa una lágrima de emoción. Siempre ha tenido los sentimientos a flor de piel.
Vuelve a respirar hondo y mira hacia fuera.
Sus pensamientos se dispersan, a veces se enredan. Cuenta las copas de los árboles, cuenta los pasos entre un árbol y el siguiente. Entre un póster de luz y el próximo.
Cuenta las casas y los bloques de edificios.
El tren ha llegado a una nueva parada, Lucía ve cómo la chica de antes se baja. La sigue con la mirada hasta que se pierde entre el ir y venir de la gente.
En esta estación suben muchos pasajeros, de pronto se llena de bullicio y conversaciones que se pisan. En ese momento Lucía saca su ipad para escuchar su música. Los sonidos estridentes no le gustan, por eso las más de  cuatro horas  musicales que contiene, son principalmente sonidos suaves y acústicos.
En medio de esas notas, acaba de recordar que el próximo fin de semana es el cumpleaños de su sobrina. Le ha comprado un regalo y otro lo ha hecho ella misma con sus manos.  Lucía es muy creativa y le gusta todo lo que tenga que ver con la música, con las letras y con el arte en general.  Por eso solo de pensar en esta sorpresa  y en cómo reaccionará su sobrina y la familia, le pone una sonrisa nueva en la cara.

Cuando escucha música el tiempo se le pasa más rápido.
En pantalla ya anuncian la siguiente parada. Es la suya. Quedan dos minutos.
Se prepara, guarda el ipad y el periódico. Se  pone el abrigo y se atusa la pashmina en el cuello.
Es amable y cede el paso, le gusta hacer sentir bien a los demás.
A los pocos metros, pasa al lado de un violinista que improvisa una pieza a cambio de caridad. Toca realmente bien y le produce lástima que nadie aprecie su trabajo.
Hace un pequeño esfuerzo y no solo deja unas monedas sino parte de su tiempo.
Imagina su vida, sus pensamientos, sus sentimientos, sus preocupaciones, sus problemas, sus ilusiones, sus sueños, su familia, su corazón. Todo.
El violinista la mira y le dedica una sonrisa, agradeciéndole el gesto.
Ella continúa su camino y poco a poco, deja de escuchar las notas musicales, para oír el único sonido de sus tacones.
Ya queda poco. Dos calles más.
Está deseando llegar a casa. También en casa están deseando verla llegar.

FIN

(P.A.S.  significa "personas altamente sensibles" y según los estudios, lo son un 20% de la población).  

Comentarios


  1. Un relato perfecto con un final tan realista con descorazonador. Si Lucía es P.A.S. cualquier lector P.A.S. se quedará con un poco de amargor en la boca.
    Lo repito, un relato realista, y perfecto.

    Un abrazo 20%

    · LMA · & · CR ·

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    1. Hola ñOCO Le bOLO.
      Muchísimas gracias por venir y por comentar el cuento. Me alegro que te haya gustado tanto.
      Dices que te dejó amargor el final, ¿cuando entra en escena el mendigo violinista? ¿Fue eso? ¿O todo?
      Ten en cuenta que aquí relato solo unas pinceladas, pero hay muchas más emociones en contraposición; alegres, felices e igual de intensas.

      Descubrí el otro día que tras las siglas P.A.S. había un estudio a nivel neuronal y emocional.
      Cuando indago en una información de este tipo, aunque venga de fuentes profesionales, yo las tomo con pinzas. No estoy de acuerdo con todo lo que se dice sobre las P.A.S. porque hay muchos matices y cada persona es un mundo.

      Dicen que una persona con una sensibilidad tan alta y especial, vive siempre "desde el corazón".
      En eso sí estoy de acuerdo y en eso yo lo diferencio.
      Se vive todo con más intensidad.
      (para lo bueno y para lo malo, por eso puede ser tu mayor virtud pero también tu mayor defecto).

      Una sonrisa.
      Un fuerte abrazo 20%

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  2. Yo, que conozco bien a una PAS, puedo afirmar que la vida a su lado es una deliciosa montaña rusa de sentimientos, risas, alegrías, llantos, dudas, enfados, reconciliaciones, amor, charlas, silencios, cariños, besos, abrazos, bailes, mimos, dudas, certezas, firmezas, debilidades, miradas... Toda una hermosa sinfonía de cosas que la definen. Y con cada nota de esa bella sinfonía que ella es, yo aprendo; vivo, sonrío y sin duda, más y más la quiero.

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    1. Muy bonito lo que dices, Anónimo.
      Una montaña rusa es bueno, la vida plana no tienen el mismo sentido.
      Cuántas emociones resumes en tan pocas palabras. Y sobre todo que las resumes con la misma intensidad que me transmiten las personas con de alta sensibilidad.
      El final de tu comentario es el broche de oro a mi relato. Gracias por compartirlo conmigo. Me emocionó.
      Un abrazo.

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  3. Soberbio. Me encantó cómo está escrito por lo mucho que transmite. Cada línea es un trampolín desde el que te zambulles en la siguiente.

    Un 20% me parece mucho. Debe ser que esas personas viven más desapercibidas que los otros.

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    1. Gracias Tawaki.
      Me alegro que te haya gustado y valoro tus palabras.
      Ahora que lo pienso......yo miro a mi alrededor......y tampoco me sale un porcentaje tan alto......
      O pasan más desapercibidas o consiguen despistarnos :-)
      Un beso y gracias por venir.

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