Resuena en mi cabeza, como un eco, el estribillo de la canción del gran Pancho Céspedes "Qué hago contigo, amor, qué hago contigo....". Y entonces me descubro con el libro ya leído, terminado y disfrutado. Qué hago yo ahora, qué digo yo ahora contigo lectura especial que me has acariciado el alma. Y lo has hecho sin prisas, sin miedo, casi sin percibirlo, me llevaste hasta esta "vida en miniatura" para hacerla mía. Porque no hace falta tener similitudes con el personaje para sentarse uno frente al otro, en un tête à tête y escuchar, como yo he hecho con Dorothea, su protagonista. Un largo té de sobremesa, distendido, donde el libro me ha mirado a los ojos y yo le he mantenido la mirada, escuchando atentamente todo lo que en él acontecía. Aún con la taza humeante en la mano, te miro a los ojos y te sonrío ligeramente dejando el protagonismo a lo que mi mirada te dice, te expresa pero sobre todo te agradece. Me has gustado muchísimo. Qué hago contigo si no has de...
¡Cuánta sabiduría en estas palabras!!! Uffffff!!!
ResponderEliminarEste mundo es un mundo de guerreros: una constante lucha en la que nunca te quitas el peto ni dejas muy lejos la espada... Es una vida de conquista en la que lo importante es no jugar con la sangre propia o ajena.
Creo que hasta se acostumbra una. ¡Hasta echamos de menos ese continuo guerrear cuando la vida nos va dejando a un lado! Curioso...
Por cierto: tu cabeza no se detiene... Yo diría que es muy guerrera... :)
¿Verdad que si, Emilio? ¡¡¡Cuanta sabiduría!!!
EliminarSi te fijas, casi todo el mundo se puede ver reflejada en esta charla, en esas esperas.
¿Cuántas veces no hemos creído que la felicidad estaba detrás de que consiguiéramos esto o aquello? Y al llegar a esa meta, dices, ¿ya está?
Y es que la felicidad está aquí y ahora.
Me gustó el vídeo porque es muy sencillo pero contundente, a mi me llegó lejos, pero no como una bofetada vergonzosa sino como una caricia en el alma.
Espero que nuestras mentes nunca dejen de guerrear (si, la mía lo es, la tuya se que también).
Y también espero que no olvidemos la importancia de la felicidad y el valor de las esperas (pero el justito, eh? :-) )
Un abrazo.