He terminado de leerme la novela "Querido Miguel", de Natalia Ginzburg, y me ha encantado. Me siento feliz y afortunada de haber llegado hasta ella. Es un libro intimista, que al estar narrado de manera epistolar se convierte en más humano si cabe. Entrar en este libro es acariciar el alma de las personas que en él habitan. Es sumergirse en su mente, en su sentir. Es constatar en primera persona cómo respiran y cómo laten sus corazones. Me resulta increíble cómo la autora logra, de manera tan sublime, ahondar en el interior de los personajes y todo aquello que les rodea. La manera de mostrarnos ese mundo interior es tierna, amorosa, sincera, directa, sublime, transparente, clara, amable, atractiva, pero sobre todo muy cálida y hasta reconfortante. Existe una especie de catarsis en esta historia, donde las ausencias físicas se solapan a las emocionales, y donde hay cabida tanto para las letras infinitas como para los silencios más huecos. Me ha parecido una novela muy respet
¡Cuánta sabiduría en estas palabras!!! Uffffff!!!
ResponderEliminarEste mundo es un mundo de guerreros: una constante lucha en la que nunca te quitas el peto ni dejas muy lejos la espada... Es una vida de conquista en la que lo importante es no jugar con la sangre propia o ajena.
Creo que hasta se acostumbra una. ¡Hasta echamos de menos ese continuo guerrear cuando la vida nos va dejando a un lado! Curioso...
Por cierto: tu cabeza no se detiene... Yo diría que es muy guerrera... :)
¿Verdad que si, Emilio? ¡¡¡Cuanta sabiduría!!!
EliminarSi te fijas, casi todo el mundo se puede ver reflejada en esta charla, en esas esperas.
¿Cuántas veces no hemos creído que la felicidad estaba detrás de que consiguiéramos esto o aquello? Y al llegar a esa meta, dices, ¿ya está?
Y es que la felicidad está aquí y ahora.
Me gustó el vídeo porque es muy sencillo pero contundente, a mi me llegó lejos, pero no como una bofetada vergonzosa sino como una caricia en el alma.
Espero que nuestras mentes nunca dejen de guerrear (si, la mía lo es, la tuya se que también).
Y también espero que no olvidemos la importancia de la felicidad y el valor de las esperas (pero el justito, eh? :-) )
Un abrazo.