Mesa para dos.

Hoy hace un día precioso. Oficialmente han comenzado mis vacaciones y lo han hecho de la manera que más me gusta; en casa viendo llover. Lluvia fina pero constante, que trae ese aroma a petricor que tanto me gusta. Huele a otoño (queda poco), huele a hogar, huele a felicidad y sonrisas, huele a paz y armonía. Supongo que una descripción similar debe existir, para lo que considero, mi grado sumo de bienestar, mi particular hygee.

La semana pasada me leí una novela, que esperaba con ansias desde que supe iban a publicarla. Se trata de "Mesa para dos", de Amor Towles.

Sin duda la elegancia de este autor se respira nada más comenzar a leer sus libros, esa manera tan increíble de narrar, de crear cosas de la nada para dotarlas de vida que traspasan cualquier papel. Lo etéreo se hace presente, lo efímero se vuelve consistencia. Amo esa manera de escribir, me siento muy a gusto entre sus letras. A veces las mejores cosas de la vida, son las más complicadas de describir, y no será porque uno lo intente (y lo consiga) sino porque al haberlo vivido y sentido en primera persona, sabe que todo se queda corto para contar a los demás, un sentimiento tan hondo y perfecto. En un mundo supeditado a miles de ruidos de tan diversos medios y procedencias, que dos piezas encajen a la perfección es una obra maestra digna de atesorarse. Así percibo yo este libro, y lo que me hizo sentir. 

No voy a repetirme hablando ahora de Amor Towles, porque ya escribí sobre él en este blog, cuando leí La autopista Lincoln , Un caballero en Moscú , y Normas de cortesía.
De todas sus obras, la que más me ha gustado ha sido "La autopista Lincoln", también fue la primera que cayó en mis manos. A pesar de que todos sus libros me han parecido excelentes, cada uno a su manera, tal vez el que menos me ha gustado ha sido este último ("Mesa para dos"), pero por causas menores y diferencias nimias. 

En esta novela reconocí al Amor Towles de siempre, fiel a su estilo y elegante como pocos. Reconocí esa sensación de enamoramiento, de no querer que el libro terminase. Reconocí esa forma tan característica de presentarnos a los personajes y de cómo -sutilmente-  hace que empaticemos con ellos. Reconocí todas las bondades de su prosa, de su ingenio, de su buen hacer con las letras, de su capacidad de transmitir y crear hilos invisibles que nos conectan con él.
Pienso que con esta novela se sale un poco de su zona de confort, aquí se recrean varias historias (capítulos individuales), algunos relacionados entre sí, frente a otros que aparentemente no tienen nada en común. Eso por un lado me sorprendió en un primer momento, como si le restara valor a la  novela en su conjunto. Pero luego entendí que no es valor lo que le resto frente a sus otras novelas, sino menor índice en mi escala de gustos. 

Sinopsis: Seis relatos que transcurren en Nueva York al filo del cambio del milenio y una novela breve ambientada en la Edad de Oro de Hollywood. Aparentemente inconexas, todas esas historias presentan un momento crítico en que dos personas deben sentarse a una mesa para abordar asuntos tan universales como la búsqueda de la felicidad, el poder del dinero o la subversión de las normas sociales. Así sucede en relatos tan conmovedores como "La cola", que sigue el periplo de los campesinos rusos, Pushkin y su mujer Irina, desde su aldea hasta Nueva York pasando por Moscú, mientras intentan desarrollar su potencial sin traicionar sus ideales; o "La balada de Timoty Touchett", donde un escritor frustrado acepta un trabajo poco edificante hasta que Paul Auster se cruza en su camino. O en "Eve en Hollywood", una vibrante novela con tintes de género negro que nos permite reencontrarnos con Evelyn Ross, la indomable protagonista de Normas de cortesía, aquí decidida a labrarse un futuro en platós, bungalows y los antros más oscuros de Los Ángeles de los años cuarenta. Creador de personajes que nos transportan en el tiempo y nos dejan una huella imborrable, Amor Towles muestra de nuevo su enorme talento en Mesa para dos. En este fascinante libro, lleno de dramatismo, agudeza, erudición y ternura, el autor vuelve a sus temas de siempre -las relaciones, la familia, la confianza, la ambición, la culpa o el valor de la amistad- con su acostumbrada hondura y belleza.

Comentarios

  1. Disfruta de tus
    vacaciones ,
    ahora que
    las tienes,
    con respecto
    a la novela ,
    espero que
    no sea una
    moñez

    ResponderEliminar
  2. Pues tu primer párrafo me ha "pillado" más incluso que la magnífica reseña que haces de este libro.
    Yo creo que no hay descripción mejor que la que tú haces en ese párrafo, de esa sensación de bienestar con cada cosa sencilla. Tu "hygee" particular, ha traído a mi mente el "wu wuei" chino.
    Un abrazo grande!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Bisílaba.
      Me alegra mucho leer eso. Gracias por abrir la mente y el corazón al compartirme tu sentir.
      La verdad es que la felicidad cuando está con nosotros (o en nosotros) se nota muchísimo.
      Llámese hygee ó Wu wuei, ¡Suerte la nuestra de encontrarla!

      Un abrazo muy grande para ti.

      Eliminar
  3. Hola guapa. A disfrutar esas vacaciones que como bien expones y lo ratifico es un gusto estar.Tambien llueve y el otoño por aquí ya apareció, está explotando.
    El libro de momento lo dejamos pasar. Ahora tengo el regusto de algo bueno que hemos pasado.
    Buen otoño Nélida.
    Un abrazo 🤗 🌰 🍁🍂

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Laura.
      Muchísimas gracias! Los emoticonos que has elegido, pueden ser el resumen visual de este enamoramiento otoñal 🤗 🌰 🍁🍂

      Me alegra saber de ese regusto bueno que acaba de acontecer. ¡¡Enhorabuena!! y gracias por compartir. Un abrazo muy grande para ti.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Los indianos

La vida en miniatura.

El verano que lo derritió todo.